“Solitario George”, nacido
alrededor de 1903, último ejemplar superviviente de
la subespecie de tortuga gigante 'Chelonoidis nigra abingdoni' de la isla Pinta,
la más septentrional de las Galápagos (Ecuador), fue encontrado muerto el
domingo 24 de junio en actitud de dirigirse a su bebedero de agua habitual. Este
ejemplar de tortuga gigante era un icono mundial de la conservación de la
naturaleza y la biodiversidad.
Las Islas Galápagos deben su nombre a las grandes tortugas que la habitan y
sus reservas terrestres y marina contienen una rica biodiversidad. Son consideradas como un laboratorio natural,
que permitió al científico británico Charles Darwin desarrollar su teoría sobre
la evolución y selección natural de las especies. El archipiélago está situado
a unos mil kilómetros de las costas continentales ecuatorianas, siendo
declarado en 1978 Patrimonio
Natural de la Humanidad por la Unesco.
“George” fue recuperado en 1972 por un grupo de cazadores dedicados a
erradicar las cabras (Capra hircus), una especie introducida por el hombre en
el s. XVI, junto a gatos, perros, cerdos y ratas, que diezmaron el hábitat y llevó a las
tortugas gigantes de esa isla al
borde de la extinción.
Otro factor a tener en cuenta en la extinción de la subespecie ha sido la
caza de estas por parte de marinos, pescadores y balleneros para comer o usar
su grasa para el alumbrado. Sin dejar atrás el exceso de población, la
sobrepesca y el turismo.
Desde su rescate, George formó parte del programa de crianza en cautiverio de
la Estación de Investigación Charles Darwin de la isla de Santa Cruz, donde de
ejecutaron diferentes iniciativas para intentar que se reprodujera,
inicialmente con hembras de la especie de volcán Wolf, de la isla Isabela, con
las que consiguió aparearse tras 15 años de convivencia, pero los huevos no fueron fértiles. Posteriormente,
se colocaron en su corral hembras de la especie de la isla Española,
genéticamente más cercana, con las que se encontraba hasta hoy.
Ha desaparecido el icono mundial de la biodiversidad.