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Son espacios de exhibición poco habituales, y en muchos casos muy atractivos, que rompen con la sala comercial al uso, o con la institución pública museística. En ellos se presentan proyectos radicales y extraños, no por ello vacíos de seriedad y calidad en sus propuestas, que van solapándose con otros mas tradicionales y menos arriesgados.
En este desierto expositivo andaluz, si exceptuamos al “CAC” de Málaga y el “Guerrero” de Granada, es un lujo encontrar en nuestro territorio estas pioneras propuestas alternativas independientes, que esperemos vallan proliferando, y generen un soplo de aire fresco, en nuestro aburrido y provinciano ambiente cultural.
Habitualmente estos proyectos artísticos están creados por y para la fisonomía y estética del local, aunque este es concebido como un espacio polivalente, que actualiza el concepto de exposición. El público visitante disfruta y se ve inmerso en un ambiente experimental y cercano; y al artista se le ofrece la oportunidad de presentar su acción, fotografías, performance, cuadros, video, etc., sin condicionante alguno.
Estos son los nuevos contenedores de arte, que se han revelado como instrumentos fundamentales para la nueva creación artística contemporánea y europea.
La primera muestra de Enrique G. Bedoya, que ocupa el nuevo espacio expositivo del Bar 43h. de Quesada (Jaén), define de forma explícita el carácter y la filosofía con que se presenta este local “alternativo” de creación artística.
Enrique G. Bedoya, que a su vez es el propietario y restaurador de la casa, ha intervenido en ella con gran acierto y sensibilidad. Debido a esto, tanto el contenedor (la casa) como el contenido (las obras), se diluyen y confunden, formando un todo armónico y único; convirtiéndose ambos en la propia obra y objeto de la exposición. Siendo difícil para el observador, distinguir cual es la obra expuesta y cual forma parte del inmueble. Contenido y contenedor son un mismo proyecto.
Las puertas y ventanas que presenta, toscamente labradas por el paso del tiempo, se integran bajo un techo de troncos entrelazados que no le es ajeno., en dialogo con la luz y la cal de las paredes.
Estos objetos tallados por manos anónimas, recuperados por él, y rescatados de un proceso de destrucción terminal, se relacionan y mimetizan en el entorno circundante sin estridencia alguna.
Larga vida y éxito a esta propuesta arriesgada, en territorio hostil.
M A R T
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